cursor
El cursor titilaba. Golpeaba, gozaba y martillaba. Me remataba.
No era el blanco, no era el espacio ni el faltante.
Era su vaivén, su hipnosis. Susurrando ¿para qué? en constante.
Ahora pienso en los papiros, en la tinta, en las plumas de escriba. En la frase de la espada. Pienso en la máquina de escribir, en el estereotipo del escritor. En el periodista de lápiz y anotador. En los dibujantes. En la poesía sin Word.
Me remata. Y sigo sin escribir!
1 quisieron:
veo veo, muy bien
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