Scanner

Mi papá no es como tu papá generacional. Sabe de computadoras, pero tampoco es el viejito piola que llegó a gerente de sistemas: simplemente sabe, le gustan, las conoce, las entiende, sabe de las nuevas y siempre le van a gustar. Mi papá tuvo mail antes que yo, sacó una cuenta en cupido.net antes que yo y vio porno en internet aún antes que yo. Mi papá se compró un monitor lcd y sabe instalar un sistema operativo, pero sabe de verdad, eh, no como yo que sé de apretar Siguiente o Finalizar, para finalizar.

Hablo de computadoras y de verdad debería decir tecnología. También tiene una cámara digital y ahora se compró un celular. Pero atención, nada fantasioso, no es que se quema la poca plata en ofertas de Garbarino para el padre generacional. Pero en cuanto a eso, o sea, a esto, a lo generacional, tiene algo que lo deschaba, que lo acusa, que lo buchonea mal, y es el scanner.

Te muestra fotos scanneadas.
Te muestra esas fotos que te desarman. Me desarman. Mías de chiquito que ya las ví, y ahí me acuerdo que ya las ví, y me acuerdo que al verlas me acordé que ahí estuve. Pero no es acordarme lo que me bloquea. No. Es esa foto en la mitad, tristísimamente solitaria. Ese paspartú digital que da miedo. Ese desierto de luz que se come la foto. Ahí me desarma. Ahí me da ternura y me darían ganas de explicarle algo de photoshop. Y entonces es cuando no lo hago. Cuando me dan ganas que me muestre diapositivas y lo que tiene grabado en Super 8. Cuando le pregunto sobre la carrera o si vio el partido de Racing.