viernes, septiembre 22, 2006

la carta

el simpático frasco perdió equilibrio, cayó, y así el perfume envició al instante la habitación. ale se quedó helado viendo al espeso líquido rosado corriendo veloz por el pupitre y estancándose en las hojas de la compañera de banco de agustina. su misión secreta estaba transformándose en una misión suicida. la idea de dejarle a agus una carta perfumada le estaba significando por lo menos un año de tortura escolar y burlas sin fín. rápidamente decidió abrir las ventanas para airear el aula. éstas se abrían hacia afuera y tenían en su base una varilla metálica como sostén. conmocionado, empleó demasiada fuerza para abrir una de las ventanas. la varilla no ancló en su tope, siguió sin eje, y terminó por romperse y caer. ale enrojeció y de la bronca golpeó con su palma el marco de la ventana. la estructura de metal y cristal primero se batió, se abrió por completo, y luego volvió cual boomerang librada de su soporte. golpe. al chocar la ventana con el marco, el vidrio se hizo pedazos. uno muy grande y triangular voló y se incrustó en el cuello de ale, que inmediatamente se llevó las manos a la yugular mientras caía deslizándose contra la pared. la sangre brotaba como en una fuente. en el piso, y terminados los movimientos espasmódicos del chico, comenzó a formarse un charco. curiosamente, esto se daba muy cercano al banco de agus, donde el perfume había seguido su paso hasta el borde de la mesa, y ahora goteaba delicioso sobre la sangre.

más allá del horror, los que encontraron a ale muerto contaron que fue un verdadero espectáculo ver ese manto de sangre salpicado en pinceladas rosas, dentro de aquella habitación embriagada en fragancias elegantes, mientras leían una carta de amor como ninguna y disfrutaban de una brisa suave que entraba por la ventana...