miércoles, octubre 04, 2006

descuidista

Luciano Casares ama y se desvive por sus hijas. las considera su mejor logro y a la vez se siente seguro y extrañamente protegido cuando está con ellas.

roba poco, pero con eso les alcanza para vivir dignamente.
su mujer también trabaja, pero de otra cosa.

últimamente anda en carteras, mochilas, turistas, todo muy tranquilo, pero hubo otro momento hace unos años en que lo de los ciclomotores resultó un gran negocio, aunque a él lo ponía extremadamente nervioso el viaje hasta el taller.

Rocío, Dalila y Sabrina, se llaman, y fue él el que eligió sus nombres.

no es tonto, trabaja en lugares poco transitados y prefiere mujeres que estén solas.

ahora mismo sigue a una mujer que se bajó en la estación de tren y seguramente retorna a su casa después del trabajo. calcula que será a mitad de cuadra, rápido y preciso. está a menos de 20 metros y ella ni lo notó. es una sombra, hace muy bien su trabajo.

entonces su celular y él que se detiene y queda perplejo. la mujer se da vuelta y acelera temerosa la marcha. atiende y es su mujer que le cuenta feliz, que sí, que está nuevamente embarazada. voy para allá, le dice, e inmediatamente comienza a pensar en nombres.