martes, abril 17, 2007

tentación divina

Eurídice, ¿vas bien?

lunes, abril 16, 2007

caricia boliviana

Los bolivianos son más morochos. Sabemos de su pobreza, pero sabemos que es la misma que la nuestra. Sabemos que son buena gente, tranquila. Sabemos que socialmente el país se divide en una minoría de altísimo poder adquisitivo y de un resto que la padece. Sabemos de Potosí, de Cochabamba y de La Paz. Sabemos de sus minas. De su plata. De las toneladas que le saquearon. Sabemos de la lucha de los campesinos (¿sabemos?) Sabemos de Evo. Sabemos que son más petisos y que en su altura nuestros equipos se cansan.

Para no perder la costumbre empiezo con los nombres: él es Mateo y ella Sofía. Son novios hace poquito. Ayer fue su primer beso en la boca y hoy se van a besar como nunca. Como nunca antes lo hicieron y como nunca más lo harán. Quedaron en verse después de clase. Se lo escribieron en papelitos que disimuladamente intercambiaron durante los recreos. Van a clase juntos, pero nadie sospecha nada…

Se encuentran lejos de todo.

El le dice que hoy no pudo dejar de mirarla y que le da miedo que su corazón se escuche de afuera tan fuerte como late de adentro. Ella hace un gesto encantador mientras mira el suelo y se acomoda el pelo detrás de la oreja. No puede ocultar su sonrisa y los labios se estiran. También lo hacen sus cuerpos y se encuentran. Pavada de beso le da Mateo. Y mirala a Sofía, se derrite. El está enamorado y le toma el rostro con las dos manos, quiere sentirla.

Ella lo mismo, y con su caricia contraataca. Estira la mano derecha hasta el cuello del otro. Juega con su nuca. Acaricia apasionada. Sube la temperatura. Ahora está despeinándolo como una adolescente salvaje.

Bolivia pide minuto. Demasiado calor en tan pocos segundos.

Más chicos y chicas se acarician calurosamente en Ucrania, Tailandia, en San José de Puerto Rico y, porqué no, en el Vaticano.


Otros de estos: beso chino / paja norteamericana

viernes, abril 13, 2007

a qué piso vas?

Parece, le contesté con inusitada frialdad.
Y estaba muerto nomás, teníamos razón.

Nos miramos desorientados. Hacía segundos éramos tres extraños y ahora sólo había uno, y estaba muerto a nuestros pies. Nosotros dos dejábamos de ser personas sin conexión, sin historia. Teníamos lazo, estábamos creando nuestro pasado y, en esos instantes presentes, ya éramos nosotros. Nunca supimos el nombre del otro.

Las luces de emergencia volvieron a fallar. Ella gimió y se escucharon lágrimas. Mi espalda no lograba despegarse y por lo tanto no me moví durante la oscuridad. Estaba paralizado. Intentaba entender, pensar, buscar explicación. Las luces volvieron y ahí logré desatarme. Ella ahora lloraba desconsolada, tenía ambas manos en el rostro y golpeaba la cabeza lenta y metódicamente contra la puerta del ascensor.

Con cuidado pasé sobre el cadáver. Me daba asco pisarlo, pero el suelo estaba cubierto de sangre y restos, por lo que no supe donde poner mi pie y decidí pisar su mano. Creo que fue de mis pocos errores. Pisar esa mano, en ese momento, es algo que nunca pude olvidar ni creo poder hacerlo. Llegué a ella y la abracé. Me apretó fuerte. Sentí como temblaba. Por qué? Qué está pasando? Por favor, por favor… la recuerdo moqueando. Estuvimos varios minutos abrazados.

Afuera seguían las explosiones. Ya no había gritos, ya no había golpes. Y ya no volvimos a intentar abrir esa maldita puerta.

- Cómo te llamás? - Fue lo que le pregunté.
- No sé, no me acuerdo – Fue lo que me contestó.

miércoles, abril 04, 2007

algo

aprendí bastante de mi.
desaprendí bastante de otros, por eso me sigo sorprendiendo.
pero entendí que cada uno sigue algo o no sigue nada. y el que algo sigue, sus argumentos serán perfectos. y el que nada, nada que reprocharle. no es conformismo, de hecho no adhiero ni a varios de unos ni a muchos de otros. me cuesta vidas entenderlos.
los latidos son lo interesante, lo que me sigue entreteniendo, que haya pulso en busca de algo o que haya suspiros llenos de silencio.