miércoles, enero 31, 2007

Yaquito

Yaquito le decían.

Se llamaba Carlos María Ibáñez, pero pocos sabían aquel nombre completo. O por lo menos no muchos de los que lo veíamos regularmente. El origen del apodo era su marca registrada, su firma, su reflejo más exacto. El no lo contaba a la primera de cambio, pero era imposible verlo por segunda o tercera vez y no tener el dato. Años atrás Yaquito paraba mucho por San Telmo, y más que paraba, se acostaba, arrodillaba, vomitaba y rompía las bolas. Y en esos tiempo, los fines de semana, el agente Miguel Armando Yaco estaba asignado a la zona. A la tercera vez que lo demoró, le empezó a dar pena. Lo ayudaba, lo “rescataba”, lo cuidaba de sus pares, y, en definitiva, lo había adoptado bajo su protección.

Así pronto, El Hijo de Yaco fue Yaquito.


A Yaco lo atropelló un auto manejado por unos pibes en pedo y estuvo internado dos meses con ambas piernas fracturadas. Abandonó la policía y se volvió a Entre Ríos. A la deriva, el joven Ibáñez se transformó más que nunca en Yaquito el terrible y se adueñó del barrio.

lunes, enero 29, 2007

la razón

Francisco tenía 7 años y su abuelo Miguel como 76.
Esa tarde Francisco le preguntó a Miguel por qué llovía, y su abuelo, astuto, vio su chance inmaculada. Lo miró fijo, hizo silencio. Se anticipó a la respuesta diciéndole que no la entendería en esos momentos, pero que jamás debía olvidarla.

El niño abrió sus ojos al máximo. Francisco y Miguel habían logrado esa comunión única y natural entre un niño y un viejo. Se buscaban, se querían. Pero más que nada se respetaban con nobleza.

...Llueve, porque tiene que llover...

Olvida todo lo que te enseñé, pero nunca olvides esto:

...Llueve, porque tiene que llover...

Francisco lo entendió decenas de años después.
Incluso, lo escribió en su blog.

viernes, enero 26, 2007

simple

el estribillo, simplemente.
termina, conmueve,
y arranca.
su primer palabra es pero,
y me conmueve más...

jueves, enero 25, 2007

porque tiene que que llover

la respuesta y la pregunta, una y otra.

miércoles, enero 24, 2007

orutuf

y entoncés, click, apretás y ya está.

sale la musiquita y.
hablás.
comprás.
mirás.
cocinás.
pagás.
trabajás.
chequeás.
cobrás.
te ahorrás.
registra que.
y antes pensar que había que.
y dicen que está por salir el.

ufsss...

jueves, enero 11, 2007

trabajo

Acabo de vomitar. Sudaba frío, veía manchas y no podía estar quieto más de un instante en un mismo lugar. Mi cuerpo se electrocutaba con no sé qué corriente que parecía ir desde mi entrepierna hasta la punta de los pelos. La confusión es absoluta, crisis podría describirse. Volví del baño y disimulo lo máximo, me preocupan mis ojos eyectados de sangre, mi tono verdoso y lo peor, ruego a San Vómito que nadie se me acerque, estoy seguro que mi boca apesta.

Nada de esto pasó. Es sólo otro día malo en el trabajo y llegó el horario de almuerzo. Salí a dar una vuelta sin mucho rumbo y compré por el camino un pebete de jamón, queso, lechuga y tomate más una gaseosa. Busqué un lugar calles adentro. Lo más barrio y desierto posible. Encontré algo parecido y me senté. Un equipo de palomas era lo único vivo que andaba por ahí. A la más osada le hice ffuuhuush y se fueron casi todas.

Comí. Estaba rico. Se acercó nuevamente la paloma líder. Tuve la idea de tirarle el fondito de la gaseosa. Idea, maldad, boludez, lo que sea. Para eso me percate que nadie me viese, ya que aquella escena lamentable podía ser soportada por mi y mi estado de ánimo, pero no tenía intensiones de arriesgarla al ojo ajeno. Me di vuelta. Una chica rubia y delgada cruzaba la calle opuesta. Parecía linda. La seguí con los ojos ampulosamente hasta que la esquina hizo lo suyo y se perdió. Me quedé con la vista clavada en esa pared por varios segundos. Diez, podrían contarse.

Giré. La líder ya estaba más lejos y había burlado mis intenciones. Sonreí pensando en lo de los segundos en la pared, en repetir eso. Recién ahí descubrí un hormiguero a mis pies. Al destino no podía haberle pedido más. Le calculé unos treinta segundos con la vista fija en el movimiento mecánico de entrada y salida de los insectos. Y ahí si ya supuse que mi momento microcósmico había sido suficiente y emprendí la vuelta invisible a la oficina. Llegado traté de no saludar, de no cruzar miradas, de no generar, de no alimentar aquel vacío.

En eso pasé por una oficina de las que no sé bien qué hace la gente ahí. Había uno parado, de remera, le calculé unos treinta y cinco años. Lo conocía de vista, pero no sabía nada de nada sobre él y menos de lo que hacía en aquella oficina. Tomaba mate, tranquilo. Cerca había una chica. No me atraía en lo más mínimo. Morochas y regordetas no son mi estilo. Pero ella no se molestaba y estaba sentada, parecía estar muy relajada, leía algo. Tal vez una revista.

Y ya. Ahí se perdó el vacío. Ahí se me ocurrió escribir de las hormigas, que fueron las únicas que nunca existieron. La tarde laboral no creo que sea mejor que la mañana, pero buen... en otra oficina alguien toma mate y otro lee una revista. A su vez, en cualquier lugar donde uno fije la vista, estoy seguro de que siempre habrá hormigas.

miércoles, enero 03, 2007

de estreno

- bueno, jefe, mucho más no pude hacerle, acá me planto, es esto.
- ¡¿y eso que tiene ahí con cositas?!
- no, bueno, pero espere, tampoco me diga así, vió…usted no me ayudó en nada y el dibujito ese estaba muy lindo, pero después se complica la mano de obra… y también los materiales, me dijo que no me pasara del presupuesto… y las cosas como están … ¿sabe cuánto me costó el relleno?
- ehhh Don Julio, no se ofenda tan rápido! sólo que no lo entiendo, si por ahí me explica…
- el doble, los materiales se fueron al doble, tuve que improvisar y ahora usted que no le gusta…
- si, me gusta, sólo que no entiendo eso de arriba con cositas.
- lo de arriba con cuajos lo llamo cabeza. los cuajos, se me ocurrió, pueden ser de distintos colores… rubios, castaños, negros... hasta rojo …
- los cuajos están perfectos, podríamos hacer de cuajos largos y otros más cortos, no?
- eso como guste.
- bueno, bueno, ¿¿y las cositas??
- le explico. el agujero ese con los dos soplones, lo llamo boca. es muy muy útil. por ahí entraría el material y además sale el tema de las palabras. me gustó bastante como quedó.
- si, me gustan los soplones… ahh .. son blanditos… que bueno…
- el silguito ese de más arriba se me ocurrió llamarlo nariz …. no sé, se me ocurrió, pero se puede cambiar.
- ajá … es gracioso, ¿para qué sirve?
- buen… estético más que nada, queda bien. por ahí, se me ocurre, le puedo poner la ventilación o el aparatito para el olor que usted me dijo, eso no sabía bien donde ponerlo… vió .. el dibujo no decía…
- mmmsss .. podría ser …y esas manijas son para mirar?
- noo … esas manijas son para escuchar! le puse vueltitas para que el coso de adentro retumbara más, pero a la vez es muy delicado. vé, está todo reforzado.
- ah, si, si, ahí veo… ¿ y esas ventanitas son para mirar?
- no, no puse para mirar, me olvidé…
- …
- bueno, esos son los cerebradores térmicos. son para mirar pero para adentro, como ventanas más que nada… y miden el calor, frío, lluvia, esas cosas.
- mmm… sabe … esos cerebradores no me gustan mucho. además, justo ahí el relleno es feo.
- compré el más barato, yo le dije…
- ta, ta …déjeme pensar. y si le pone algo que tape y no se vea para adentro?
- … para eso los saco, no?
- no, no, me gustan. son raros. déjelos, pero pónga algo para tapar que no se vea para adentro... y ... ahí podría ir el sensor de mirar.
- ah … podría ser … si, entra.
- ojos. me gusta ese nombre para esos.
- y entonces, para medir el frío y el calor …?
- no sé, lo ponemos en otro lado, ahí que vayan los ojos.